Exceptuando Luis Fernando Beraza, biógrafo de José Ignacio Rucci, cuatro otros autores endilgan a Juan Julio Lino Roqué haber tenido alguna relación con la muerte del Secretario General de la CGT el 25 de septiembre de 1973. El dato lo consignó en 1986 Eugenio Méndez, abogado y periodista, transcriptor de inverosímiles delaciones de un ficticio guerrillero, texto desprovisto de credibilidad. En el 2000, Miguel Bonasso lo insinuó por una descripción del atentado que le había hecho Roqué en una cena, anécdota que no lo inculpa. José Amorín, en 2005, coloca a Roqué resolviendo en solitario ordenar la operación, aunque no le consta su eventual incursión en forma directa. Sólo Ceferino Reato, en Operación Traviata (2008), es taxativo: instala a Roqué barriendo a Rucci con un fusil, y relata hasta lo que pensaba al disparar. Los Montoneros no suscribieron nada, arrojando un manto de silencio.
La familia de Roqué, por boca de su hija mayor, María Inés, quien filmó un documental sobre la odisea de su padre registrado en YouTube, niega saber si estuvo envuelto en el hecho. Los sobrevivientes de la ESMA no oyeron a los represores que dieron caza a Roqué en mayo de 1977, y quemaron sus restos en los pastizales del predio, motivar el ensañamiento dando crédito a que hubiera liquidado a Rucci. La revista Somos, vocera del establishment militar en la guerra sucia, descartó poner esa muerte entre las exacciones que encajó al notorio rebelde en la edición que lo aupó en su portada.
Juan Julio Roqué (1940) fue un típico fruto de los levantamientos populares que abonaron el brote de la guerrilla urbana al fin de la década del ‘60 («Cordobazo», «Rosariazo», «Viborazo», «Tucumanazo», «Mendozazo» y «Rocazo»). Licenciado en Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Córdoba, rector y profesor de un colegio secundario, pasó a la clandestinidad en junio de 1971. A principios de 1973 fue encarcelado por el general Alejandro Agustín Lanusse, quien cerró el ciclo de la dictadura 1966-1973. Compartió la penitenciaria de Villa Devoto con su segunda pareja, «la Rata» Gabriela Yofre. Liberado al advenir el Gobierno popular de Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima, el 25 de mayo de 1973, resultó, a la postre, uno de los jefes máximos de los Montoneros, Oficial Superior a cargo de la Secretaria Nacional de Prensa.
Roqué encabezó la marcha de unos 3 millones de argentinos, que acudieron a Ezeiza a recibir a Perón el 20 de junio de 1973, quien retornaba del exilio en Madrid. El septuagenario caudillo los hizo infundadamente instigadores de la masacre, aunque hubieran sido los agredidos de la jornada, ofrendando la inmensa mayoría de los 13 muertos y 365 heridos consignados en los cables oficiales.
Los Montoneros, preservando a sus jefes, mandaron a siete Oficiales Mayores, el segundo escalón en la graduación guerrillera, para vengar la matanza de Ezeiza, germen de las Tres A, que se preparaban para empezar a firmar sus extravíos terroristas en noviembre de 1973 (681 crímenes censados por la Justicia). Los comandaba Eduardo Tomás Miguel Molinete, el «Gallego Guillermo», apuntalado por Horacio Antonio Arrue, «Pablo Cristiano», y Marcelo Daniel Kurlat, «Monra». De los otros cuatro se ha perdido las huellas. Acribillaron a Rucci en Buenos Aires, y su móvil podría interpretarse que fue el de «tirarle un ‘fiambre’ a Perón», para presionarlo a torcer el rumbo, lo que incentivó la escalada contra ellos en lugar de apaciguarla.
Gabriela «Rata» Yofre desapareció en la ESMA el 25 de octubre de 1976, postrando en la viudez a Juan Julio Roqué, quien el 29 de mayo de 1977, en un chalet de Haedo, Buenos Aires, prefirió envenenarse antes de que lo agarraran vivo los esbirros de la ESMA. Desangrándose, ahí llevaron a expirar a Kurlat, apresado herido el 10 de diciembre de 1976. A Arrue lo masacraron en la tortura, el 20 de septiembre de 1976, en Campo de Mayo. El cuerpo exánime de Molinete apareció en una casa de Villa Cabrera, Córdoba, tras un feroz enfrentamiento con el Ejército, el 9 de marzo de 1977.
Juan Gasparini, Ginebra, Suiza.