La cuenta del hijo de Lázaro Báez (Martín), que existiera entre 2011 y 2012 en el banco Lombard Odier de Ginebra, emigró al J. Safra Sarasin, la filial en la misma ciudad del J. Safra de Brasil, reveló el sábado el diario Tages Anzeiger de Zurich. A su vez, la fiscalía federal helvética confirmó impulsar una investigación penal por blanqueo de dinero sobre el Lazarogate, pero advirtió que, de momento, se «trata, ante todo, de hacerse una imagen completa de los hechos aquí en Suiza», y precisó que no llegó ningún exhorto argentino, ni aún se ha enviado una comisión rogatoria a Buenos Aires.
También el sábado, el cotidiano de Ginebra Le Temps, abundó en detalles sobre una operación con bonos de la deuda soberana de la Argentina realizada por 50 millones de euros a través del antes citado J. Safra-Sarasin, cuya mitad fue acreditada en una cuenta del Banco Nación en Buenos Aires de Austral Construcciones, la empresa insignia de Lázaro Báez. El banco J. Safra-Sarasin declinó pronunciarse ante los dos matutinos.
El grupo J. Safra es uno de los diez primeros de Brasil, el único importante con ramificaciones en Nueva York y Suiza, que maneja 200 billones de dólares. La casa matriz en Sao Pablo se asienta en el edificio más costoso del país. Sus dueños son una de las ramas de la familia de ascendencia judío-libanesa de Jacob Safra, influyente en las comunidades brasileñas de judíos, árabes y cristianos. El nieto del fundador, de igual nombre y apellido, pilotea a los 38 años la filial de Ginebra, que luego de absorber en 2012 al banco Sarasin de Basilea, se ha convertido en un banco internacional que emplea «1300 colaboradores en Suiza, 500 en Europa, 250 en Asia y 100 en el resto del mundo», afirmó el quincenal financiero suizo Bilan del 12 de junio de 2013.
La sociedad anónima suiza Helvetic Services Group, asentada en el Cantón del Ticino, utilizó «una o varias cuentas» en el J. Safra- Sarasin, para negociar esos 50 millones de euros en bonos argentinos, «provenientes» del exterior, había indicado hace pocos días José María Campagnoli, representante del Ministerio Público en uno de los dos sumarios abiertos por este caso en Argentina, un documento evocado en los diarios suizos. Helvetic Services Group tampoco quiso pronunciarse ante la requisitoria periodística.
De la lectura de ambos medios se constituye la imagen de Helvetic Services Group como una sociedad anónima de poco capital (100.000 francos suizos, equivalentes a 80.000 euros), cuyo propietario es públicamente desconocido porque su identificación resulta de quien detente sus acciones al portador, hasta ahora protegido por el secreto profesional. En el Registro de Comercio del Cantón del Ticino, surgen dos personas habilitadas para representarla, una especie de agente fiduciario local, Claudio Giovanni Fontana, y un italiano, Néstor Marcelo Ramos, inscripción que omite su también nacionalidad argentina.
Para el fiscal Campagnoli, en «Helvetic Services Group S. A o, lo que es lo mismo, Lázaro Báez y sus socios», aparece «como ejecutor» Néstor Marcelo Ramos, «ubicuo» personaje, «gestor» en tal sociedad «de los negocios que Lázaro Báez y sus socios trasladaron desde antaño al extranjero». Ramos figura además en Suiza en otras cinco sociedades de la capital del Ticino, Lugano, y una en Zoug, el Cantón más opaco de este país para transacciones financieras.
El preponderante papel de Ramos en Helvetic Services Group se hace aún más evidente al verificarse mediante diversas fuentes en Suiza, el mero rol de intermediario de Claudio Giovanni Fontana, suerte de comisionista que actúa a pedido de un potencial cliente, el único con quien el argentino e italiano Ramos comparte el directorio de la compañía. Fontana tiene su propia agencia fiduciaria, participa en 18 Consejos de Administración de sociedades afincadas en el Ticino, y resalta que fundó siete, liquido dos y no estuvo implicado en ninguna quiebra.
La comparecencia de Martín Báez, titular de las dos cuentas en Ginebra, ha sido requerida por el fiscal Campagnoli, al igual que la del suizo Fontana. Este último podría ser un testigo que aporte pruebas, completando retroactivamente la hoja de ruta de Helvetic Services Group, desde su nacimiento en noviembre de 2005, hasta que estallara el escándalo argentino en abril de 2013, tras intervenir en la supuesta compra de la SGI, la financiera argentina de Federico Elaskar, conductos que acaso activaran la fuga los 50 millones de euros al extranjero.
La repatriación de esos fondos que ahora se detectan volviendo desde Suiza, serpentean un camino de retorno que podría encajar en la base legal de la infracción de lavado de dinero. La ley helvética penaliza hasta con cinco años de cárcel a todo aquel que obstaculice «la identificación del origen, el descubrimiento o la confiscación de valores patrimoniales de los cuales sabía o debía presumir que provenían de un crimen».
El enigma sobre las actividades de Ramos fomentan los interrogantes. Dispone de un domicilio en el 33a de la Via Industria, en Caslano (Ticino), al margen de dos domicilios en la provincia de Córdoba, Argentina, uno fiscal y otro que podría ser una vivienda. En su escrito emitido el 19 de junio 2013, el fiscal Campagnoli sostuvo que Ramos estaba fuera de la Argentina, un dato que se inserta en un resumen de tránsitos en 2013 que circula por Suiza, donde lo sitúan lleno a Uruguay por tierra en cuatro oportunidades, y dos cruces más a ese país, uno aéreo y otro marítimo. A estos desplazamientos se suma un viaje a los Estados Unidos, y dos a Italia, el segundo el reciente 7 de abril, sin que después se haya reintegrado a la Argentina. En algún rincón del planeta, el pasado viernes, Ramos, cumplió 50 años.
Su viaje a Estados Unidos quizá se conecta con las alegaciones del fiscal Campagnoli, que contabiliza unas 150 sociedades instrumentales en el paraíso fiscal norteamericano de Nevada, al parecer creadas a instancias de Helvetic Services Group. Las conexiones con Italia podrían ser una vía de entrada a Suiza, por la vecindad con el Cantón de idioma italiano del Ticino, residencia de dicha sociedad y de su domicilio helvético, y porque los acuerdos de Shengen sobre inmigración que vinculan a Suiza con la Unión Europea, han eliminado los controles de aduana en sus fronteras con Alemania, Francia e Italia.
Le Temps exhuma la «escala obligada» en Suiza de ciertos colaboradores de Lázaro Báez en el contexto del presunto lavado de activos que podría decantarse de las actividades en dos bancos en Ginebra, y una sociedad en Lugano que da la impresión de ser conducida por dos hipotéticos testaferros, una trama que ha desencadenado la investigación de la fiscalía federal en Berna. Al respecto se enumera el alojamiento en el célebre Hotel Richmond, las compras en la exquisita tienda Globus, y la conocida boutique de cortaplumas Victorinox, comida en el restaurante de moda, Boulevard Du Vin, y asistencia nocturna al cabaret Velvet; un circuito de corto recorrido en las inmediaciones de la sede del J.Safra-Sarasin, en el 70 de la Rue du Rhône.
Juan Gasparini, Ginebra, Suiza.