El arribo del frío invernal en Ucrania, con 11 grados bajo cero, relanzan los combates gracias a la solidificación del barro por la nieve, que facilita la movilidad del transporte militar. El conflicto recrudece en la franja de los territorios ocupados por Rusia. Crece la ayuda militar occidental a Ucrania, y emerge un perfil geopolítico de la « madre de todas las crisis » en Europa Oriental.
Pero la entrega de armamento a Kiev que acaban de anunciar Estados Unidos, Alemania y Francia, presagian que las batallas tendientes a alterar significativamente la linea divisoria actual entre Rusia y Ucrania se concretarían quizá irreversiblemente en la venidera primavera europea, hacia marzo de 2023, cuando entren en acción los nuevos tanques y misiles occidentales, y que Rusia haya terminado de desplegar unos 300 mil soldados reclutados de urgencia en octubre pasado, « carne de cañon » de provincias remotas todavía en proceso de formación, tras el éxodo de la juventud con poder adquisitivo y formación intelectual, que ha preferido el exilio.
La evolución negativa para Rusia de la relación de fuerzas con Ucrania a10 meses del comienzo la invasión de Vladimir Putin, muestran un lento retroceso de la línea divisoria entre los beligerantes. Moscú a perdido casi el 9% del control inicial del territorio conquistado. Del 24,4% que le arrebatara a Kiev el 24 de febrero pasado, hoy mantiene solo el 16,5%. Ello se verifica en las 2 provincias del este, en la región de Donbass (Donetsk y Lugansk) anexadas en marzo del 2022, sin contar otras 2 en el sur: Jerson y Zaporiyia. No debe olvidarse la República de Crimea, 40.000 Km2 de superficie, entre el Mar Negro y el de Asov, también acoplada a Rusia en el 2014.
La linea que enhebra los puntos de dominio de un lado y otro en el Donbass oscila día a día, al calor de las enfrentamientos por controlar las ciudades y aldeas de las zonas en litigio. Por el momento destaca el hostigamiento mutuo en torno a las localidades de Makiivka, Kramatorsk, Soledar, Nikopol y Bajmut, esta última acosada por la milicia « Wagner », un grupo paramilitar de origen civil asociado al Kremlin, nutrido de condenados por delitos comunes. Estos aceptan la oferta de enrolarse como mercenarios por unos meses a cambio de su libertad futura, concertando amnistia y salario en pago por servir temporalmente a los designios de Moscú. El dispositivo es liderado por un civil, Evgueni Pregojine, de 61 años, cuyos antecedentes penales remontan a los años 70-80 por robo, estafa, e incitación de menores a la prostitución
La coincidencia de los anuncios de Estados Unidos y Alemania, precedidos por Francia, que modificó su discurso de pedir « no humillar » a Rusia y ofrecerle « garantías » para negociar la paz, pasando sin transición a sostener sin condiciones a Ucrania « hasta la victoria », dan cuenta de un fortalecimiento de Kiev mediante el incremento de nuevos modelos de tanques y misiles a su disposición. No obstante, estimaciones coincidentes concluyen que el aumento del poder de fuego ucraniano que se pondría en macha en la primavera entrante, tal vez no alcance para modificar irremediablemente la actual linea divisoria en el Donbass. Rusia podría mantener el dominio en torno al 16,5% de las 4 provincias en litigio, porcentaje que oscila cotidianamente.
Pese a desconocerse el arsenal que esgrimiría Rusia en la hipotética coyuntura de marzo próximo, que inscriba el presente bombardeo sin respiro que está triturando la infraestructura civil de Ucrania, el poder fuego reforzado con el que podría replicar Volodymyr Zelensky en la próxima primavera con la llegada de las baterías de misiles sol-aire franceses Crotale, de un alcance de 13 km, y los lanzagranadas LRU, equivalentes a los Himars de Estados Unidos, le permitiría incrementar el nivel del bombardeo desde una una distancia 70 km. Ucrania debe demostrar que han reunido y maneja la tecnología militar suficiente para ir al choque definitivo mediante el contacto directo atacando puntos concretos de la linea de separación de fuerzas que defiende Rusia, para obligarla a retroceder. Ucrania podría aspirar entonces a recuperar la soberanía en ese 16,5 % del territorio que ha perdido, sellando el fin de las hostilidades.
La falta de información que calme los espíritus y sane las heridas, agigantan las angustias de la población ucraniana. Hay 18 millones de habitantes que necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir, 6.500.000 de desplazados internos, y 7,8 millones huyeron del país.
Ninguno de los dos bandos aportan datos de sus bajas. Solo la ONU, mediante el equipo de monitoreo que mantiene en Ucrania desde el 2014, informa pública y anónimamente de muertos y heridos, bajo herméticos criterios, sin aportar la nacionalidad de los mismos, guardando en secreto las identidades y las autopsias. El último parte de la ONU cita 17.994 víctimas ( 6.919 han fallecido, y 11.075 fueron heridas), cifras que parecen lejanas del costo real de la guerra.
La incertidumbre de la indescifrable perspectiva futura, tampoco se modificaría con la entrega a Ucrania de los prometidos blindados alemanes Marder y los estadounidenses Bradley. El objetivo de una salida consensuada en la cual Ucrania ceda todos o algunos de los territorio a cambio de la paz con Rusia, seria prácticamente retroceder hacia formulas anteriores al 24 de febrero de 2022. Es difícil que Rusia acepte ceder el Donbass a cambio de quedarse con Crimea, prometiendo una especie de garantía de renegociación o referendum que selle mas adelante el destino final de Crimea, y restaurar así las concesiones de la fenecida Unión Soviética a finales de la « guerra fría ». Salvo el hartazgo de la violencia acumulado por ambas partes, o de una de ellas, podría aceptar alguna de estas formulas, difundidas en ciertos medios occidentales.
Para satisfacer a unos u otros, restaría solo la batalla definitiva para expulsar al ocupante, o la victoria irreversible de Rusia sometiendo a Ucrania, formulas que en lo inmediato estarían reservadas para una etapa ulterior, hipotéticamente factibles al cabo de dos inviernos, y de otro salto cualitativo tecnológico, al menos de Ucrania. Occidente guarda en reserva los bólidos que dispone para que Volodimir Zelensky vaya al choque aniquilando a quienes se les opongan, pasándolos por encima, diseño conjeturalmente factible antes de finalizar 2023, concretamente los tanques « Leopard » de Alemania y « Leclerc » de Francia. Todo esto con o sin Putin, si fallece de muerte natural, al hilo del pronostico del jefe de la Inteligencia de la defensa ucraniana, Kyrilo Budanon, debido a un presunto cancer de la glándula tiroides, o si lo derroca un golpe palaciego, siendo reemplazado por una « personalidad » del régimen, susceptible de concertar una solución pacífica con los vencedores.
Desde Ginebra, Juan Gasparini.