Con la reapertura de la totalidad de los comercios, no solamente los que venden alimentos siempre autorizados, Suiza inicia el desconfinamiento por la segunda ola del Covid 19, que se profundizará la semana que viene con el reinicio de la plena actividad de bares y restaurantes, que de momento siguen cerrados aunque pueden vender comidas, bebidas y otros insumos “para llevar”, mientras los cines, teatros, y grandes eventos deportivos y culturales, esperan retomar antes de fin de año.
Tras dejar atrás el pico de la segunda ola del pasado mes de octubre en derredor de 10 mil nuevos casos diarios, superior a los de la primera ola, la curva descendió en noviembre, estabilizándose actualmente en torno a la media de 3696 infectados cotidianos y 25 mil tests cada 24 horas para quienes tienen fiebre al menos 4 días seguidos, con un porcentaje de 18,5% positivos. Suiza espera las autorizaciones para vacunar a 2.225.000 personas con las 4.500.000 dosis compradas en agosto pasado a al grupo Moderna, en razón de 2 dosis por persona, vacuna que aguarda las homologaciones de Estados Unidos y la Unión Europea (UE). Hoy, la Oficina Federal de Salud Publica informó de 3802 casos suplementarios, más 226 hospitalizaciones y 107 pacientes fallecidos.
Para acelerar la expansión de los test, vía para aumentar el descubrimiento de contaminados y poder tratarlos de inmediato, y así quebrar la cadena de contagios, se aprestan a salir a la venta libre en farmacias locales, sin necesidad de receta médica ni nada que se le paresca, una iniciativa del laboratorio helvético Home Sampling, que permite a cualquiera hacerse el test en su domicilio. El invento, cuyo costo se desconoce y no sería probablemente reembolsado por las compañías de seguro médico, ya tiene la autorización de la Unión Europea (UE), y de Swissmedic, el órgano helvético de control de medicamentos, luz verde necesaria pues Suiza no forma parte de la UE.
Pero el gran dilema aún a resolver para la autoridades federales y cantonales, es la protección a decidir en los próximos días, que impidan la expansión de la epidemia aprovechando la concentración de turistas locales y extranjeros en las estaciones de sky y baños termales de las emblemáticas y heladas montañas. Para colmo de complicaciones, la perspectiva de las vacaciones de Navidad y Año Nuevo en los Alpes helvéticos, son ahora codiciadas por los vecinos franceses, amenazados por el Presidente Emmanuel Macron de sorpresivos test en los puestos fronterizos de aduana, y eventuales cuarentenas si vuelven contaminados al país, sabiendo que las pistas francesas han sido cerradas, mientras las suizas nunca lo fueron.
Se teme al tumulto de personas en los transportes a la cimas, el no respeto de las distancias de 1,5 metros entre los viajeros de la telecabinas, en las colas de espera para subir a las pistas, y en los bares de descanso al pie de las mismas, donde la tos, la transpiración, el descuido en el uso de mascaras y el hablar en vos alta con los demás que difumina indiscriminadamente partículas de saliva en derredor, características de tales jornadas deportivas, pueden resultar fuentes de contagio, antes que las personas puedan preservarse en los hoteles o apartamentos de alquiler turístico. No debería particularmente olvidarse la aglomeración de pasajeros en los centros de conexión de autobuses, trenes y aeropuertos para ir y venir de las vacaciones. Tampoco perder de vista los 76 mil accidentados de los deportes en nieve, según la media anual para esta época, que deberán ser tratados por los hospitales de las inmediaciones de las montañas, según las estadísticas oficiales helvéticas, cuyas camas disponibles podrían peligrosamente ocuparse si también irrumpe el Covid-19.
La contaminación en tales circunstancias ya fue denunciada por médicos suizos que debieron ocuparse de pacientes infectados tras finalizar practicas sky en la primera ola. Cabe recordar que Francia tuvo el desgraciado ejemplo de un turista británico enfermo de Covid-19, que contagió a 12 personas en la estación de sky de Alta Saboya en febrero de 2020, cuando el virus era prácticamente desconocido en el país, y que Austria sufrió por entonces una propagación peor en la estación de Ischgl, en el Tyrol. Sin embargo, la opción de cerrar las pistas, no resulta pragmática para las instancias cantonales y el gobierno federal, que parecen decididos a mantener una actividad económica turística significativa a nivel nacional, a cambio de reglamentarla con una multitud de medidas preventivas a venir en los días venideros.
Juan Gasparini, Ginebra, Suiza.