La montaña rusa del amotinamiento contra Vladimir Putin El jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin. Foto: Reuters

La montaña rusa del amotinamiento contra Vladimir Putin

El ex-presidiario convertido en empresario y paramilitar, Evgueni Prigojine, próximo a Vladimir Putin, quien lo ungiera al frente de la milicia Wagner, esos mercenarios que venían operando en la invasión del Kremlin a Ucrania, secundando a las fuerzas armadas regulares del Kremlin, decidió dar un golpe de Estado para derrocar al Presidente de la Federación de Rusia, y voltear al Jefe de Estado Mayor del Ejército, Valeri Guerassimov, y al Ministro de la Defensa, Sergueï Choïgou.

El grupo Wagner, integrado principalmente por ex-presos comunes, redimidos para servir como «carne de cañón» de la «Operación Militar Especial» de Putin contra Ucrania, venía de replegarse del frente de hostilidades en el Donbass. Unos 25.000 efectivos fueron trasladados dentro de Rusia, tras finalizar los combates en torno a la ciudad ucraniana de Bakhmout. Allí obtuvieron una ajustada victoria, dado que los combatientes de Kiev se eclipsaron al cabo de 224 días de resistencia, cambiando de estrategia.

Por cierto, Ucrania optó por reagruparse en función del reciente lanzamiento de varias ofensivas parciales, aprovechando la primavera, el endurecimiento de los suelos, y la consolidación de la logística occidental, proporcionada los países de la Unión Europea y de la OTAN. Sin embargo, carece de aviación, y no cuenta con una cantidad suficiente de morteros, cañones y tanques.

A su vez, la relación de fuerzas ante los drones iranianos empleados por Moscú, sería desfavorable para Ucrania. Esa perspectiva se agrava por el impacto negativo de las inundaciones ocasionadas por los hipotéticos atentados rusos contra la represa ucraniana de Kakhovka, cuyas aguas cubren superficies que ahora Rusia no debe vigilar militarmente. La amenaza de un atentado a la central nuclear a Zaporijia, denunciado por Kiev, podría perjudicar ademas a Ucrania, según como soplen los vientos y arrastren el veneno nuclear vertido en la atmósfera.

No obstante, Volodymyr Zelensky busca perforar, en uno o varios puntos de ruptura, el dispositivo defensivo ruso que aísla el territorio ucraniano ocupado. A tal efecto utiliza solo el 20% de sus fuerzas, para entrar en un futuro con el 80% restante a recuperar el 17% de la superficie del país usurpada por Rusia. Debe encontrar los puntos débiles a perforar de los 1.000 kilómetros de frontera sujetos a 6 lineas rusas de protección: fosas antitanques, 2 lineas de trincheras protegidas por alambres de púas, campos minados, dientes de dragón, y bunkers subterráneos susceptibles de acoger a la infantería de Moscú, conjeturalmente para librar una lucha final, si todo lo antes descripto fuera insuficiente.

En ese contexto, Prigojine, de 61 años, denunció días atrás, mediante videos difundidos por conducto de su cuenta en «Telegram», que el «Ejercito Ruso» había agredido «bases de Wagner», y que fueron «sacrificados decenas de miles de hombres». Se refería a víctimas de sus filas, inmersas en el peligro «que podemos perder toda Rusia». Acusaba a la jerarquía de no pertrecharlo militarmente, reclamando una movilización general de la población. Apuntaba como responsable a un «abuelo débil», tal vez el propio Putin, casi 10 años mayor que él.

Desoyendo el llamado del número 3 del Ejercito ruso, Sergueï Sourovikine, exhortándolo por un video hecho público en las televisiones europeas, a desistir de sus propósitos, Prigojine redobló sus cuestionamientos. Cifró en 1000 bajas diarias las perdidas del Ejército. Denunció «mentiras» del Ministerio de Defensa sobre las perdidas de territorio. Sostuvo que en el 2022, Kiev no tenia «ninguna intención de atacar a Rusia con ayuda de la OTAN», presunto fundamento para justificar la invasión rusa de Ucrania. Sostuvo que «debemos trabajar únicamente por la guerra y vivir algunos años según el modelo de Corea del Norte».

Descontento por la ausencia de eco para con sus alegaciones, cercó el sábado último los cuarteles de Rostov-sur-le-Don, a unos 200 kilómetros de Moscú, centro de gravedad del mando ruso que comandan Guerassimov y Choïgou, y pidió entrevistarse con ellos, pero no le respondieron. Se mantuvo en espera haciéndose acompañar por dos militares de la oficina que lo acogieron al llegar a la base, mandando filmar permanentemente la escena, hasta que cayó la noche del sábado y se conoció el desenlace: Prigoyine se retiró libre de culpa y cargo, supuestamente para refugiarse en Bielorusia, donde el dictador Alexandre Lukachenko.

Entre tanto, desde la mañana misma del sábado, el Presidente Vladimir Putin, condenó inmediatamente la conducta de Prigojin. La tildó de «puñalada por la espalda», en un discurso televisado donde afirmó que era una «traición», un acto de «terrorismo», un «chantage». Previno que las respuestas serian «duras». Sin citar a nadie, humillado, prometió «un castigo inevitable para los que se hayan comprometido conscientemente en la vía de la traición».

El acatamiento «a la vertical del poder», que supo imponer Vladimir Putin a lo largo de sus 23 años de reino, fue violado por la conducta de Prigojine en estas circunstancias. ¿Sobrevivirá impune?. ¿Que suerte le reserva un exilio envenenado en un país corrompido por una dictadura desde 1994, casi anexado por Rusia? La aventura política de los 27 «ejércitos privados» existentes en Rusia, podría estar llegando a su fin. Sus miembros deben firmar contratos con el Ministerio de Defensa, antes del 1 de julio próximo.

Falta saber el destino que se le reservará a los 10.000 mercenarios de Wagner en Africa (Mozambique, Sudan, Burkina Faso, Mali y República Centroafricana). También podría terminar de conocerse el desenlace de «Concord Management», el holding mundial de Evgeny Prigoyine, para manejar su «fabrica de trolls» y otros negocios sin fronteras, controlada por su madre hasta el 2017, Violetta Prigojina, de 83 años, sociedad actualmente bloqueada por sanciones internacionales.

Desde Ginebra, Juan Gasparini.


 

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