Al comienzo hoy lunes de las vacaciones escolares de otoño, la Confederación Helvetica inicia la puesta en practica de nuevos limites en la vida cotidiana de sus habitantes, para frenar el rebrote del coronavirus. No obstante, varias centenas de manifestantes ante el Palacio Federal ayer en Berna, expresaron su desagrado, mientras el ejecutivo federal deliberaba. Gritaban: “¿Hasta cuando van a mantener la mentira?”
La media de 3000 casos diarios de coronavirus en Suiza, que se duplican cada semana, la ubican por encima de las cifras de los 27 Estados miembros de la Unión Europea. La concepción de promover la adhesión de sus habitantes antes que imponer coercitivamente disposiciones contra la pandemia, obedecería a que se trata de un país con una alta tasa de inmigración, donde un ciudadano de cada cuatro es binacional, con menores de edad cuyos padres, al menos uno de ellos, es inmigrante, o hijo de inmigrantes,
En reunión excepcional ayer domingo, el Consejo Federal, cuerpo colegiado de 7 miembros que gobierna suiza, puso a prueba “dos o tres semanas” de iniciativas para homogeneizar disposiciones entre los 26 Cantones que componen la Confederación Helvética. El objetivo es bloquear mediante la aceptación en la opinión pública, la propagación de contagios que alarma a las autoridades, antes que apelar a un nuevo confinamiento, o a disponer un toque de queda, como acaba lanzar Francia, de 21 Hs a 6 de la mañana.
Básicamente las medidas que se proponen para ser acatadas, derivan de la obligatoriedad de llevar máscaras en todos los espacios públicos cerrados. Esto abarca los supermercados, tiendas, centros comerciales, bancos, oficinas de correo, museos, bibliotecas, cines, salas de conciertos o de juegos, discotecas, espacios cerrados en jardines botánicos, zoológicos, estaciones ferroviarias, de autobuses, aeropuertos, paradas de taxis, tranvías y buses, vestuarios deportivos, gabinetes médicos, hospitales, lugares de culto, espacios comunes de los hoteles, oficinas administrativas y puertos lacustres pues Suiza no tiene océanos a sus costas, pero sí 175 lagos al borde de sus montañas.
En segundo lugar se intenta fijar las reglas para “las reuniones publicas espontaneas” de personas, que podrían llevarse a cabo sin máscaras, por ejemplo en plazas, parques, y zonas urbanas peatonales, las que no deberán sobrepasar las 15 personas. Los encuentros familiares, entre amigos o vecinos, también se deberán regir por los mismos principios. En ambas eventualidades, si el número es mayor a 15, los participantes deberán llevar máscaras. Pero en los bares y restaurantes, se agrega que para beber y comer, las personas deberán estar sentadas. Si se ponen de pie y caminan, la máscara se hace obligatoria. En cambio, las “manifestaciones privadas” debidas a casamientos, cumpleaños, funerales, ágapes de colegas de estudios o trabajo, que podrán reunir hasta 100 personas, tendrán que pactarse con las autoridades competentes, a través de la elaboración de un plan de protección para los intervinientes, caso por caso.
La prudencia del gobierno federal, que avala así lo que se venía implementando a nivel cantonal, con las diferencia entre unos y otros que eso implica, da cuenta de una cierta cautela. Esta se debería a la “hiperdiversidad” de Suiza en la composición de sus 8,5 millones de habitantes, que hablan tres idiomas según las regiones linguísticas, a su vez con más de 2 millones de extranjeros. Paralelamente se agrega que el 38% de todos sus ciudadanos y residentes son descendientes de la migración.El 30% de personas nacidas en el extranjero viven actualmente en Suiza.
La actual composición étnica de los habitantes en Suiza que llama a la precaución y sabiduría, es consecuencia del fin de la “guerra fría”. Desaparecida la amenaza de la potencial “invasión comunista”, por la caída del “telón de acero” sostenido por la fenecida URSS, el crecimiento económico abrió paso a la autorización de la doble nacionalidad entre los habitantes, prohibida hasta 1992. La defensa de los valores ancestrales de un Estado cuyos orígenes remontan a 1291, había dejado de estar en peligro. Se inició entonces una expansión de la riqueza a partir de la integración de la migración para solventar la necesidad de mayor mano de obra, fomentando la naturalización de los extranjeros que venían a Suiza en busca de trabajo. Sin embargo, los suizos de origen, mantienen la preponderancia en las esferas claves de la sociedad: las formaciones políticas, las fueras del orden y el Ejército, los cuerpos de enseñanza, y la administración pública.
Juan Gasparini, Ginebra, Suiza.