La coexistencia de las variantes británica e india del Covid 19, como fuentes principales de contagios, junto a ciertos casos de la cepa brasilera, y a la reciente alerta propagada por Vietnam de una flamante mutación, no han frenado la merma de la progresión de la pandemia en Suiza. El último recuento ha sido de 912 nuevos infectados en 24 horas, 3 fallecidos y 36 hospitalizaciones. El país estudia además extender la vacunación a los adolescentes desde los 12 años, y acaba de facultarla para las de mujeres embarazadas que así los deseen.
El impacto sicológico alentador de haber franqueado regresivamente el guarismo de 1000 contaminaciones diarias, se suma a los casi de 3 millones de vacunados, cerca del 20% de la población activa, cuya mitad ya tiene las dos dosis de Pfizer/BioNTech o Moderna. Estos datos se inscriben, al finalizar el presente mes de mayo, con la autorización otorgada por el Consejo Federal, el ejecutivo colegiado de 7 miembros elegidos por el Parlamento que gobierna la Confederación Helvética, a la reapertura total de bares y restaurantes sin limites horarios, hasta ahora solo habilitados a servir a sus clientes en terrazas, veredas o patios adyacentes al aire libre, hasta las 23 horas. Las máscaras caerán al degustar comidas y bebidas.
Las reglamentaciones contemplan que las mesas podrán acoger no más de cuatro personas, que deberán comer y beber sentadas, luego de indicar su identidad, teléfonos y horario de entrada, por si ulteriormente aparecieran nuevos infectados, para que las autoridades pudieran imponer cuarentenas preventivas al resto de los comensales. Estará prohibido servirse de pie ante los mostradores de los establecimientos, y las mesas podrán reunir hasta 6 personas en sectores contiguos fuera de los espacios cubiertos. Al terminar de comer y beber, y antes de levantarse de las mesas para retirarse, los tapabocas volverán a ser exigidos.
Al promediar junio entrante, el gobierno federal tiene previsto anunciar quizá las últimas medidas que le den la espalda a la mayoría de las restricciones que faltan abolir, de cara a las vacaciones veraniegas de julio y agosto. En ese contexto por entonces ya debería estar circulando un certificado sanitario para quien lo solicite, en papel y/o electrónicamente, susceptible de facilitar viajes al extranjero o acceso interno a festivales y grandes eventos deportivos y culturales. Ese vulgarmente también llamado “pasaporte sanitario” tendría que recoger las fechas de vacunación, tests y/o restablecimiento de eventuales contaminaciones del coronavirus. Tal vez recién allí podrán reabrir sus puertas las discotecas y los parques acuáticos.
Entre tanto, las ceremonias religiosas van a ampliar la concurrencia hasta 100 personas bajo techo y 300 al exterior. Se necesitaran permisos oficiales para espectáculos de 600 participantes en salas, y 1000 al descubierto. No obstante, si las experiencias no resultan focos de contaminación, a partir del 1 de julio próximo los intervinientes de estos acontecimientos subirán a 1000 en interior, y 5000 afuera. Por cierto, cines y teatros duplicaran los cupos en vigor de 50 espectadores, aumentando la acogida del público, hoy de un tercio de las plazas disponibles, aunque con barbijos durante las funciones.
Al tiempo y en cuanto a los “encuentros privados”, en reuniones familiares, de vecinos o amigos en jardines, plazas y ramblas, de momento limitadas a 10 personas dentro de los domicilios, y 15 fuera de ellos, se alargan a 30 en lugares cerrados y 50 al exterior. El teletrabajo, impuesto obligatoriamente a las empresas y dependencias públicas, pasa a ser una “recomendación” de las autoridades para que los implicados resuelvan con autonomía, sin embargo bajo control de un test semanal para verificar la inmunidad o los contagios.
Juan Gasparini, Ginebra, Suiza.